- Introducción
El cambio tecnológico y la globalización de mercados han permitido un aumento de poder y capacidad de decisión de las empresas y grupos multinacionales, que se ven sometidas a procesos de descentralización, deslocalización y subcontratación, trayendo como consecuencia indeseable la precarización de las condiciones laborales. En razón de lo anterior, nace la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) como una filosofía de acción empresarial que si bien se preocupa por la rentabilidad de las empresas también busca hacerse responsable de los efectos de su actividad, volviéndose un agente activo en pro del desarrollo sostenible de su entorno.
- Responsabilidad Social Corporativa en el Ámbito Laboral
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) está íntima e indisolublemente ligada a la globalización en el que las empresas han sufrido serias alteraciones y transformaciones en sus procesos de deslocalización y descentralización productivas. Este cambio incide de forma negativa en los países menos desarrollado como el nuestro, pues gran parte de la actividad productiva (y consecuentemente de la mano de obra) ha sido desintegrada y se trasladada a estos país ya que los costes productivos (entre ellos los laborales) son significativamente menores, aprovechando así una ventaja competitiva, aprovechando que la legislación laboral vigente no ha alcanzado un grado suficiente de desarrollo y de que sus estructuras estatales no son capaces de garantizar unas mínimas condiciones de vida y trabajo.
La idea de la existencia de una cierta responsabilidad social derivada de la actividad empresarial, surge de manera casi instintiva, por medio de la cual los actores de los mercados globales, destinatarios de la RSE, reuniendo valores compartidos, pretenden alcanzar un mercado global más sostenible e inclusivo.
Hoy en día, no existe una disposición oficial o normatividad “global” donde se definan los criterios para ostentarse como una Empresa Socialmente Responsable. Por esto, diversos organismos internacionales se han dado a la tarea de promover dicho concepto y de vigilar el apego al mismo, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a través de la Declaración Tripartita de Principios sobre las Empresas Multinacionales y la Política Social de la OIT y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) mediante sus “Directrices para Empresas Multinacionales”; que ejemplifican la necesidad de que sean las empresas de dimensión transnacional las que tomen conciencia de su responsabilidad social; así como por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través del “Pacto Global”o Global Compact, que si bien no menciona ni define expresamente el concepto de responsabilidad social en su texto, se colige que esos principios integran la responsabilidad de la empresa o ciudadanía corporativa responsable.
La RSE refleja la manera en que las empresas toman en consideración las repercusiones que tienen sus actividades sobre la sociedad y en las que afirman los principios y los valores por los que se rigen, tanto en sus procesos internos, como en su relación con otros actores. Al respecto, la RSE implica como premisa inicial que las empresas por un lado observen normas laborales del Estado de acogida y asuman un conjunto de prácticas obligatorias, pero además, y principalmente la RSE se sitúa más allá de las obligaciones legales jurídicamente exigibles, comprometiéndose a evitar toda forma de explotación laboral y respetar los derechos humanos y laborales fundamentales, con independencia de que la legislación interna del país en donde se esté desarrollando la prestación del servició los hubiere reconocido expresamente.
En este sentido, cada empresa deberá, libre pero razonadamente, fijar el contenido de su responsabilidad social, como resultado de un análisis sistemático de los puntos de cruce de sus áreas de actividad y los agentes sociales afectados por la misma. Generalmente se señala que la RSE está compuesta por una triple dimensión, conocida como triple bottom line o triple cuenta de resultados, la cual es una técnica que permite a la empresa reunir información cuantitativa y cualitativa sobre sus actuaciones en tres áreas: social, económica y medioambiental.
Idealmente, una organización con buen desempeño en términos de triple bottom line tendría como consecuencia la maximización de su beneficio económico y ambiental, así como la minimización o eliminación de sus externalidades negativas, haciendo énfasis en la responsabilidad desplegando una actividad positiva en su entorno y ante los grupos de interés (stakeholders), y no sólo ante los accionistas, a fin de lograr un negocio sostenible.
El tema de las relaciones laborales, la cual es objeto de este artículo, ha recibido un menor grado de atención y tratamiento que otras áreas como la gestión medioambiental, sin embargo es de suma importancia pues se orienta a que la empresa contribuya al desarrollo y beneficio del entorno en el que le toca desarrollar su actividad, consiguiendo la satisfacción no sólo de los accionistas, sino de las expectativas de uno de sus principales stakeholders como lo son sus trabajadores. Una empresa difícilmente podrá ser considerada socialmente responsable cuando en lo laboral opera con cuestionable responsabilidad al transgredir los derechos de los trabajadores.
La dimensión laboral de la RSE comprende diferentes iniciativas empresariales, entre ellas los aspectos relacionados con la mejora de las condiciones satisfactorias de trabajo, formación y promoción profesional, igualdad de oportunidades y no discriminación, conciliación de la vida laboral, personal y familiar, libertad de asociación y negociación colectiva, la seguridad y la salud en el trabajo, entre otras.
Tal variedad en los contenidos laborales requiere una delimitación que permita diferenciar dos vertientes de la RSE: La vertiente interna se refiere a aquellas actividades que de modo directo e inmediato pueden controlar la organización productiva en su dinámica ordinaria de funcionamiento que afectan en primer lugar a los trabajadores y se refieren a cuestiones como la inversión en recursos humanos, la salud y la seguridad y la gestión del cambio. Por su parte, la vertiente externa alude a actividades que quedan fuera del ámbito de gestión y control directo de la empresa, pero sobre las cuales puede influir a través de su actividad, es decir se centra en la relación de la organización productiva con sus clientes y socios comerciales, contratistas, proveedores y subcontratistas directos, tratando de extender el compromiso ético a toda su cadena de valor.
En el marco de las condiciones de trabajo y empleo, comienzan a ser abundantes las empresas que están diseñando estrategias para implementar una política de RSE. La forma más común es encontrar su desarrollo en la elaboración de un código de conducta y buenas prácticas, en el que se recoge los compromisos y el comportamiento ético de la organización y constituyen otra forma de articular derechos humanos y laborales, además generalmente trasladan a su cadena de valor el compromiso de que éstos respeten también los derechos humanos y laborales de sus propios trabajadores.
La RSE constituye una idea que resulta potencialmente beneficiosa para la sociedad, que no se construye solo a partir de reglamentaciones, sino también a partir de convencimientos éticos y beneficios tangibles dentro de un ambiente de equidad y participación de todos los integrantes de una organización. Además, es útil para ir ideando estándares que sean delimitados y consolidados por la comunidad internacional mediante instrumentos jurídicos de soft law, para que luego sean adoptados nacionalmente a través del legislador interno, quien deberá buscar una sinergia entre ambos sistemas con la finalidad de obtener una incorporación armonizada en el orden jurídico nacional.
Por lo anteriormente referido, es necesario que las instituciones públicas no permanezcan al margen sino que deben promover y facilitar la RSE a la hora de elaborar medidas concretas, aplicarlas o verificarlas, sin que ello pierda su carácter voluntario, todo ello con la finalidad de generar valor en el territorio, para hacer una empresa que dé respuesta a los retos que plantea la sociedad actual. La RSE no es dar lo que sobra, es invertir en lo que hace falta, es decir, en palabras de Tascón López(2008),“una empresa mejor para un mundo mejor”.
*Sobre la Autora: Beatriz Merino es Abogado y Notario, cuenta con una Máster Avanzado en Ciencias Jurídicas por la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, Autora de la Tesis de maestría “Responsabilidad Social Corporativa y Derechos Sociales”, Asociada y Coordinadora de la Unidad Laboral de la Firma Romero Pineda & Asociados y catedrática de diferentes universidades en el país.
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